Encontrar pareja es una de esas metas que todas las personas hemos anhelado de una manera u otra a lo largo de nuestro trayecto vital. Pero no siempre hemos vivido esta búsqueda con abundancia y naturalidad.
Disfrutar del proceso, vivirlo desde el presente de forma natural, paso a paso avanzando, sin cargas pesadas sobre quién soy y lo que puedo o no dar. Si quiero aparecer con lo mejor de mí y disfrutar y enamorar al otro, antes tendré que disfrutar y enamorarme de mí. Porque es cuando no necesito del otro para ser feliz cuando puedo vivir con plenitud la relación.
Además, en encontrar pareja, aunque sea una meta, no termina la historia. Ya que después trazamos nuevas trayectorias compartiendo con esa persona, y para que el verbo compartir esté presente y las nuevas historias valgan la pena antes debemos permitirnos aparecer aceptándonos tal y como somos.
La pareja forma parte de la familia elegida libremente para compartir camino. Escogerse desde la libertad y la responsabilidad significa respetar y compartir territorios, sin perder la propia integridad ni diluirse en el otro.
Nuestra pareja es el gran maestro que nos da la posibilidad de aprender a gestionar nuestros pensamientos y emociones para reconocer lo que realmente somos. Él/ella crece continuamente y nosotros también crecemos a su lado. Sin embargo gestionar estos cambios constantes a menudo resulta dificultoso. ¿Qué quiero: ser feliz o tener la razón?
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