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Iniciar una relación de pareja es como plantar una semilla. Para que pueda germinar es importante que se produzcan las condiciones necesarias. En el caso de la semilla se debería valorar el estado del suelo, el agua, el abono…
En el caso de una pareja podríamos definir tres elementos esenciales o los fundamentos clave:
Química sexual –
“Sentirse uno mismo con el otro” –
Compartir visiones similares de la vida: “vibrar por lo mismo” –
Uno de los aspectos claves que diferencia una pareja de otro tipo de vínculo relacional es la comunicación sexual. El sexo es una vía de comunicación esencial en una pareja. Es uno de los rasgos diferenciadores, aunque no el único. Ya que si dos personas sólo les une el sexo estaríamos hablando de otro tipo de relación. Lo que también está claro es que si en una pareja las relaciones sexuales son inexistentes, se puede tratar más de una relación de amistad y de amor, pero es difícil encajar con una relación de pareja ya que habrá una parte no cubierta.
Cuando nos sentimos uno mismo con el otro es cuando nos podemos mostrar tal como somos, es cuando nos sentimos cómodos y podemos tener nuestro ego más relajado. Nos encontramos en territorio seguro y la energía fluye.
Finalmente, “vibrar por lo mismo” facilitará que puedan surgir proyectos comunes que nos permitirán ir creciendo y descubriendo juntos. No se trata de compartirlo todo, pero sí que haya una parte importante en nuestras vidas que la podamos compartir.
Si desde un inicio falta alguno de estos componentes, la casa comienza a construirse coja … y tarde o temprano le saldrán grietas. Empezar una relación con una buena base de “elementos esenciales” garantiza las probabilidades de poder ir superando los obstáculos que, a buen seguro, aparecerán porque como dice de Antoni Bolinches ‘la pareja es un laboratorio de aprendizaje vital‘.
En el siguiente diagrama de Venn se hace una caricaturización de las posibles combinaciones según los ingredientes y, a pesar de que está hecho desde la ironía, las conclusiones a las que llegan son bien realistas.
Ninguna de las opciones planteadas es una mala opción. Lo importante es tener claro en qué interjección nos encontramos y no confundir una cosa con la otra porque eso sí que puede ocasionar conflictos. Todo dependerá del objetivo propio y común.
Se trata por un lado, de saber qué estamos buscando y, por otro, compartirlo con una persona que tenga el mismo objetivo que nosotros.
A partir de aquí, la aventura está servida…
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Un artículo de Anna Soriano,
psicóloga y co-directora d’El despertador,
impulsora de la línea En veu femenina y
co-autora del curso El apasionante mundo de la pareja.
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