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Encontrando mi hogar en el viaje (por Lidia García)

 

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Creo que ya algunas sabéis que regresé de mi viaje. Si nos ponemos estrictos, tendría que decir que no, que del viaje no se regresa nunca, al menos no igual, e incluso diría yo que hay un momento en el que una se da cuenta de que hay un viaje que ha iniciado, que no acaba con la vuelta a casa, porque el verdadero hogar ya lo encontró una en ese caminar.

Quién no se ha sentado alguna vez en lo alto de una montaña a contemplar un atardecer de esos que llenan el cielo de colores y piensa ‘Esto, por mucho que lo explique… hay que verlo‘. Pues sí, es que hay que verlo, olerlo, tocarlo, transformarlo, sonreírlo, llorarlo, amarlo, … En resumidas cuentas, por muy manida que resulte la idea, el viaje hay que viajarlo.

Yo sólo tengo palabras de celebración y agradecimiento ante el regalo que me he hecho. Como el que se compra una tarjeta y se la envía a sí mismo por Navidad o el que decide salir a regalarse un helado en una tarde de verano. ¿No lo habéis hecho nunca? Os animo a que penséis en regalaros algo, sienta muy bien.  Además, sólo cuando somos capaces de hacernos regalos a nosotros mismos, podemos hacer regalos a los demás. Por muy bien envueltos que estén, si no se ha respetado este proceso, los regalos pueden ser ciertamente descorazonadores.

Yo, esta vez, opté por regalarme realizar un gran viaje. Y resulta que en él me reencontré con alguien que conocí hace tiempo. Cuando uno se encuentra con alguien que creía haber perdido, pues imaginaos, es una gozada. Es de esos momentos en los que se para el reloj y parece que el corazón podría elegir detenerse ahí mismo si quisiera, que ya no importaría, porque uno ya está. Ha logrado estar con todas sus letras, en vez de ser o tener o exigir o culpar o desear o imaginar o proyectar, tan sencillo y complejo como estar. Ahí está el maravilloso secreto.

Sólo cuando somos capaces de hacernos regalos a nosotros mismos, podemos hacer regalos a los demás.

De manera que me encontré con esa muchacha que estaba ahí tras el telón esperando a que empezara la función para contemplarla y reaccionar. La invité a estar en el otro lado, a salir a escena y comenzar a responder. Y resulta que es muy buena intérprete. Ha logrado una presencia en el escenario que antes no tenía. Es buenísima la tía. Supongo que ya deducís que esa muchacha de la que hablo soy yo misma. El mejor regalo que encontré por el camino.

Y la encontré con esta presencia gracias también al apoyo de directores de escena increíbles. Dicen que el maestro aparece cuando el aprendiz está preparado… y no puedo estar más de acuerdo. Entre otras cosas porque el maestro está siempre ahí, es tan solo nuestra mirada la que nos hace verle o no verle. Pero cuando uno realmente se busca, le encuentra. Y entonces  se encuentra. Y yo los he encontrado por todo el viaje.  Han sido mis maestros a lo largo de mi viaje: un viejo amigo animándome a seguir, un precioso atardecer, el descubrimiento de un lugar nuevo o el encuentro con una persona que una no esperaba.

A veces el ruido y el desgaste no nos deja trabajar en el éxito que somos nosotros mismos. Y andamos medio frustradas, de capa caída con todo ese peso a la espalda, contemplando como se nos llena la mochila de días perdidos, reproches, culpas y exigencias. Si pienso en qué ha sido lo que me ha permitido acallar ese ruido durante mi viaje y permitírmelo todo, hasta poder celebrar ese éxito que soy yo misma, tengo entonces que pensar en esa persona, en Jordi, el coach con el que he compartido este proceso.

A veces el ruido y el desgaste no nos deja trabajar en el éxito que somos nosotros mismos

En este viaje que compartí con él conecté con el amor y la aceptación incondicional, aprendí a confíar en mí incluso en esas cosas que había dejado de creer que era capaz. Me sentí en una estancia segura que cada día he ido más llenando de mí, mi hogar.

Y diréis, que, ¿le llevabas en la mochila de acá para allá? Pues casi he de decir que sí. Pude tener una serie de encuentros físicos con Jordi y el resto que se sucedieron fueron a través de Internet. Siempre pensé que seguir un proceso de acompañamiento online podría resultarme frío, pero la verdad es que no lo he sentido así en ningún momento. Él se encargó de habilitar el espacio de forma cálida. La ventaja grandísima es que yo he podido sentirme completamente libre para estar en cualquier lugar del mundo y poder seguir encontrándole. ¡Es lo que tiene el ciberespacio!

IMG-20150701-WA0015¿Sabéis cuándo ni vosotros mismos encontráis la manera de explicaros de qué forma suceden o transcurren vuestras cosas? Si, ¿verdad? Pues a veces pasa que aparece una de estas personas y abre una cortina que deja pasar la luz en forma de todas esas maravillosas mariposas. Y te concede un espacio para que las mimes y las contemples, para que las hagas pasar y revoloteen en tu día a día. Te muestra cómo cuidarlas, qué condiciones de humedad y temperatura necesitan para poder extender sus alas con libertad y te acompaña a descubrir en qué lugares se encontrarán las herramientas que necesitas para mantener esas alas tan coloridas.

Me he encontrado de repente rodeada de mariposas, aunque ahora sé que ha sido un trabajo de goteo, de pasito a paso

De modo que quiero compartiros esta alegría tras una etapa que no se auguraba como sencilla. Fijaos, cuando no sabía dónde se había ido toda aquella energía que yo solía tener para salir a escena, me he encontrado de repente rodeada de mariposas, aunque ahora sé que ha sido un trabajo de goteo, de pasito a paso.

Quiero agradecer a este paseo por el mundo que me he dado el haberme podido experimentar que el viaje es por dentro. Y quisiera dar las gracias a Jordi por acompañarme a encontrar mi hogar y  darme la oportunidad de aprender a sentir con firme convicción una de las cosas más valiosas en este proceso:  yo soy la maestra más sabia, la hermana más cercana, la más fiel confidente, la amante más apasionada, la líder más generosa, la mejor amiga y la mamá más cuidadosa para mí misma.

Y…desde el corazón os deseo ¡Que se os llene la casa de mariposas!

 

    Lidia García                             
(nos comparte su experiencia transformadora)

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