Quien más o quien menos ha visto alguna vez uno de los clásicos modernos del cine de ciencia-ficción: The Matrix. Una reflexión de las hermanas Wachowski filosófico-social sobre la libertad y la capacidad de manipulación y condicionamiento a la que está sometido el individuo en un sistema que lo engulle.

Desde siempre me impactó esa película, no sólo por su puesta en escena visual, la música, la atmósfera y originalidad, sino sobre todo por su mensaje.

Una de las escenas más significativas y recordadas es la que el protagonista (Neo) decide tomarse la pastilla roja que simboliza apostar y arriesgar por lo desconocido, renunciando a la vida que había tenido hasta ese momento.

En esa elección, sin embargo, toma varias decisiones en una. Como nos ha sucedido en alguno de esos momentos de inflexión, de discontinuidad, claves de nuestro devenir, que en una decisión tomamos muchas más que condicionan nuestra forma de estar, nuestro futuro.

¿Qué decisiones hay en ese tomar la pastilla roja?

• El cambio empezó antes
  Para empezar la pastilla no es nada más que la consumación, formaliza un cambio interno más profundo que hace tiempo que se está gestando.

• Me afirmo en lo que ya no quiero más
  Uno de los motivos más claros es que el camino por el que andábamos, como se cita en la película: “sabemos exactamente donde empieza y donde termina”. Por tanto, por aburrimiento y decantación decidimos que de eso ya no queremos más.

• Me cargo la duda del ‘y si’…
  Apostando ganamos siempre, porque al menos viajamos por ese terreno de la posibilidad y la conjetura que siempre nos ha asaltado. No nos damos permiso para explorar y salir de esa duda. Descubrimos que somos alguien capaz de comprometerse consigo mismo y sus dudas.

• ¿Los límites quién los pone?
  Cuando andamos en este desafío las murallas convencionales se resquebrajan, desaparecen o se transforman. Nos damos cuenta, cuando superamos un límite, de cuántos de ellos absurdos habían enquistado nuestra intuición, nuestras ganas de vivir y descubrir más allá de lo que se supone que hay, que somos, que podemos… “No hay cuchara”, le dicen a Neo en otra escena de la película.

• Renovando mi mirada
  Descodificando lo conocido nos damos cuenta de hábitos que no queremos que estén ni que nos habiten. Decidimos dejarlos atrás.

• Un proceso de aprendizaje permanente
  No sabemos a dónde nos va a llevar pero confiamos suficientemente en nosotr@s para pensar que podemos sostener la incertidumbre y, al mismo tiempo, que vivir en el descubrimiento nos puede abrir puertas y canales desconocidos más ricos. Nos reafirmamos: ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el sentido de vivir?

• ¿Me enfrento a mi entorno o lo transformo?
  A lo largo de la película vemos cómo un grupo organizado, reafirmado en sus convicciones, resiste al modelo imperante, lo desafía, con esfuerzo y viviendo clandestinamente. En su ‘sé que quiero ir más allá’ basan su resistencia: enfrentándose, escapando de algo muy poderoso que pone en riesgo su existencia. Hay, pero, un momento clave: cuando Neo deja de huir, dice basta, el miedo desaparece y decide transformar el entorno. Se funde simbólicamente y lo convierte: ya no tiene que escapar, el programa-paradigma ha cambiado, ya está integrado en su nueva mirada y forma de vivir.
  La libertad no es algo que conquistemos porque nos la den, sino que es un espacio de permiso para ser y dejar que nuestra esencia tome vuelo. Un acto de afirmación que nos regalamos cuando nos permitimos, por ejemplo, vivir la vida que merecemos, a la altura de nuestros sueños.

Así que ahora que estás leyendo, porque seguramente quieres hacer algún cambio , la ¿qué nuevas decisiones vas a tomar?

¿Y tú, qué pastilla vas a tomar?

Un artículo de Jordi Muñoz,
coach y recreador personal,
fundador y co-director de El despertador

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