Escriptura

Relato (Esther Martos)

 

Ese día, era una mañana como otra cualquiera. El despertador sonó a las seis, a oscuras busqué mi ropa y le di un beso a mi pareja, que aún dormía. Meses atrás celebramos nuestro onceavo aniversario juntos. Me vestí y bajé las escaleras de mi casa. Fui a la cocina, preparé rápidamente un café y mientras me lo tomaba mi perro vino a saludarme, meneando su colita, pero sin mucho entusiasmo, él también acababa de despertar. Cogí mis bártulos y salí de casa. Estaba bien oscuro aún, era octubre del 2015, en aquel entonces tenía 26 años. Me metí en el coche y me dirigí hacia la Renfe. El parquin a esas horas estaba vacío. Dejé el coche y me metí en la estación a la espera del tren hacia Barcelona.

En aquel entonces estaba cursando mi último año de carrera, estudiaba Enfermería. El tren no tardó en llegar y me metí en el vagón. Me senté justo al lado de la puerta de entrada, en esos asientos abatibles. Veía las calles pasar a gran velocidad, en contra dirección. Mi reflejo en el cristal. De repente, casi llegando a la parada en la que debía bajar, una sensación que jamás había sentido me invadió por completo. Mi cuerpo comenzó a temblar, una sudoración fría recorría cada centímetro de mi piel y mi corazón, acelerado, se me iba a salir del pecho. La vista comenzó a nublarse. Sentí miedo, mucho miedo, me estaba muriendo. Fue en ese instante la primera vez que la sentí, a mi alma, querer salir de mi. Sí, podía dejar mi cuerpo atrás. La muerte me llamaba. Eran mis últimos momentos. No tenía valor de pedir ayuda, ni de gritar. Estaba muerta de miedo. Allí se acababa todo…

… lo que no sabía, es que sólo era el principio.

Comencé a vivir inmersa en un cúmulo de sensaciones horribles que se acrecentaban con el paso de los días. Sufría náuseas, visión borrosa y una presión en el pecho que me ahogaba. Me acompañaba una extraña sensación de irrealidad. Sentía un terrible miedo a perder el control. Mis lágrimas recorrían mis mejillas y mi corazón encogido de miedo al saber que tenía las horas contadas… la muerte me acechaba.

No se lo conté a nadie. ¿Quién iba a creerme?

Aún con mis síntomas seguí yendo a clase y en mis intentos de pasar desapercibida, me sentaba al final de clase. Éramos unos ochenta alumnos. Un día de esa misma semana vino una mujer psiconcóloga a darnos una charla. Esa mujer era poderosa, una energía que emanaba de ella iluminaba toda la sala. Durante aquella hora nos habló del cáncer y de la muerte, de las conductas y emociones que llevan a que tu cuerpo a enfermar. Era la primera vez que veía a esa mujer, pero al finalizar la clase me pidió que me esperase, quería hablar conmigo. Cuando estuvimos a solas en la sala, muerta de miedo le miré a los ojos y le pregunté ¿Me estoy muriendo verdad?

Su respuesta, se me clavo en el alma, jamás la olvidare. “Hay formas de vivir peores que estar muerto” Me extendió un papel con un número de teléfono y me dijo “llama, hazlo, no te apresures” … Se fue y jamás la he vuelto a ver. Era un ángel.

En el tren, de vuelta a casa, guardaba entre mis manos ese papel. Cogí mi móvil con manos temblorosas, y marqué el número. Al otro lado, la voz de una mujer me citó para la semana siguiente. Yo no sabía si seguiría viva.

Mi psicóloga fue una gran madre para mí. Literalmente, me salvó la vida. Ella, me mostró con paciencia y dulzura la habitación en la que vivía encerrada y me animó a abrir la puerta donde había un mundo entero esperándome. Todos los síntomas desaparecieron cuando crucé el umbral de esa puerta, y me atreví a ser, expresarme y mostrar realmente como soy.

Después de un trabajo personal de dos años, dejé todo; mi pareja, mis amigos, mi trabajo y me aventuré a vivir en coherencia con lo que siento y con lo que Soy.

Ya no soy la mujer que era. Y ahora, cada vez que mi alma me avisa, escucho el llamado, abro la puerta y salto al umbral.

He aprendido que la vida es eso, atreverse a dejar atrás lo muerto e inerte, lo estable y cristalizado para abrirme a explorar una nueva faceta de mí, y de la vida.

Esther Martos Navarro


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Amb aquesta ja són 8 les edicions del concurs #somriulavida de Sant Jordi. Cada una d’elles ha tingut una temàtica diferent: fotografies, haikus, imatges despertadores, relats amb valors… Et convidem a fer un cop d’ull a les edicions passades: 1r concurs2n concurs3er concurs4t concurs, 5è concurs, 6è concurs, 7è concurs.

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