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Querida Felicidad,
Qué gusto leerte y disfrutar de tus reflexiones. Me abres nuevos campos para seguir explorando. Te confieso que, en tiempos de estas modas de crecimiento personal fast-food, de cápsulas formativas salvadoras, de gurús y de nuevas revelaciones relacionadas contigo (¡ya te dije que estás en todos lados!), muchas veces me abruma la responsabilidad que tengo y tenemos desde El despertador acompañando a las personas en procesos de orientación, autoconocimiento y gestión del cambio.
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Me ocupa asegurarme de no caer en ningún momento en el vender humo ni tampoco en dar recetas. Y te aseguro que no es fácil. Es muy frágil, fina y delicada la frontera que separa el compromiso por el bienestar de las personas del engaño del negocio vacío. Y más todavía no sucumbir a los cantos de sirena del ego o de la vanidad económica. Cuando permanentemente te dan un lugar de poder cuanto a conocimiento por herencia de modalidades caducas. O a los fáciles dividendos de un mercado competitivo y benevolente, lleno de trampas y de un intrusismo que maltrata nuestra misión.
Así lo vivo y así he querido que acompañáramos desde El despertador, saliendo de ese lugar de privilegio. Porque nosotrxs no somos nadie para dar respuestas, la verdad vive en cada quien. Nosotrxs tenemos un papel significativo cuando cultivamos un espacio fértil para el aprendizaje, desarrollando un pensamiento crítico basado en profundizar el propio autoconocimiento, desde el preguntar.
En la orientación profesional y personal, acompañando en los retos de tantas personas, nos hemos dado cuenta de cómo lo que nos define en esencia es lo que realmente perseguimos. Un propósito de fondo que de una manera u otra a todxs nos acompaña, que si lo reconocemos y vivimos de forma sana nos puede ayudar a no perder nuestras coordenadas y encontrar nuestro lugar en el mapa.
“El ego dice cuando todo esté bien yo estaré bien,
la esencia en cambio dice cuando yo esté bien todo estará bien
Como comentábamos en las cartas anteriores, más allá de los estratos inferiores de la Pirámide de Maslow que tienen que ver con tener cubiertas las necesidades básicas, como consumidores y consumidoras nos compramos falsas necesidades materialistas, obedeciendo a los caprichos de un mercado que se rige por la oferta y la demanda y que necesita, para que funcione, que se activen necesidades más allá de lo necesario. Estamos permanentemente navegando entre objetivos que necesitamos conseguir sin escuchar realmente qué queremos.
Y es curioso porque en el fondo siento que todas las posibles respuestas que tienen que ver con trabajos, vocaciones o posibles ocupaciones profesionales o personales (las más desconectadas y las más conectadas) tienen como nexo común el sentirnos realizadxs. Es decir, tú: la felicidad.
En consecuencia, quizás, como decía Epicteto hace veinte siglos, la clave que hace que nos desconectemos y nos alejemos de ti reside en cómo vivimos, juzgamos los acontecimientos y nos acompañamos en el trayecto. Porque quizás en esencia ya estamos contigo. Pienso en ese niño que era. Ese renacuajo que bailaba y jugaba en el aquí y el ahora, sin preocuparme tanto de lo que pensaran, o de qué haría después, o de si sería útil eso, o qué se suponía que debería hacer con mi vida. Mucho ruido, muchas expectativas, demasiadas corazas… ¿Y para qué? ¿Para vivir amargándonos en la frustración? La felicidad se cultiva, no entiende de atajos ni encajes. Es un modo de ser.
“La clave que hace que nos desconectemos y nos alejemos de ti reside en cómo vivimos,
juzgamos los acontecimientos y nos acompañamos en el trayecto
Ayer veía una película, ‘La virgen de Agosto’ de Jonás Trueba, te la recomiendo, nada pretenciosa y muy sincera, y en un momento dado su protagonista se preguntaba “¿Cómo se llega a ser lo que una ya es?”. Me hizo pensar en el “quitar lo que sobra” de la escultura, de Michelangelo cuando hacía su David. ¿Y si en el fondo todo se basara en el permiso y la libertad? En permitirnos fluir con nuestra esencia, conectar y dejar ser quiénes somos.
En una Contra de La Vanguardia a Félix Torán que me mandaron (gracias Cristina) leía: “para ser feliz basta con dejar de ser no feliz”. ¿Realmente lo podemos controlar, me lo puedo proponer? ¿Podemos limitar las causas? Las exigencias, las resistencias, las ansiedades…
Te resumo en un párrafo algunas reflexiones interesantes que he encontrado leyendo a Borja Vilaseca – ¿lo conoces?, me gusta leerlo- que van en este camino: “la verdadera felicidad no está relacionada con lo que hacemos ni con lo que poseemos. Podría definirse como la ausencia de lucha, conflicto y sufrimiento internos. Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar y de comportarnos, como el victimismo, la inseguridad, la impaciencia, el aburrimiento o el apego. Por eso se dice que somos felices cuando nos aceptamos tal como somos y –desde un punto de vista emocional– sentimos que no nos falta de nada. La felicidad no tiene ninguna causa externa: es nuestra verdadera naturaleza”.
Anna Soriano, una de mis mejores amigas y mi socia, me decía hoy una frase que leyó que la ha marcado y que abunda en esta entrega que nos puede ayudar a romper el caparazón para simplemente atrevernos a ser: “El ego dice cuando todo esté bien yo estaré bien, la esencia en cambio dice cuando yo esté bien todo estará bien”.
Quizás sí, todo se reduzca a este principio de responsabilidad. En ejercer nuestra libertad de tomar las riendas. Ese liderazgo. Salirnos del ser víctimas de la vida, dejar que nos atropelle o de mirarla por la pantalla, tomar las circunstancias y decidir cómo queremos vivirlas.
¿Pero podemos atrevernos a ser en la duda, en el miedo, en la imperfección? Aquí está seguramente el gran desafío. Cómo aceptamos nuestra fragilidad, nuestro no saber, nuestra naturaleza paradójica y contradictoria, nuestras limitaciones. Cuando lo hacemos ya no nos preocupa que lo hagan lxs demás. Citando a Victoria Camps: “buscar la felicidad supone asumir la imperfección”.
La perfección es la ficción de un programa que proyectamos en bucle hacia nuestro alrededor y que nos maltrata. Es el espejo generador de hastío vital donde decidimos mirarnos para no aceptarnos. Aceptando nuestra perfecta imperfección aceptamos nuestra esencia. En el momento que lo hacemos, el espejo se rompe y desaparece. El entorno deja de ser hostil. No es un lugar donde comparar, defender, rivalizar, demostrar. Es un lugar donde vivir, crecer y compartir. Ahora entiendo la frase de tu carta: “La fragilidad es el camino de retorno, el mayor poder”.
Me hablabas también de abundancia, de congruencia entre lo que pensamos, sentimos, hacemos y vivimos. Un lugar donde también caben todas las emociones. Me gusta. Me traslado a esos momentos de plenitud, de paz interior, donde siento que no necesito nada, que aquí sin aparentemente nada lo tengo todo.
Ésta seguramente es la estabilidad interior del árbol, ¿verdad? Sólido y tranquilo, que no se despista tan fácilmente a los devaneos y cantos de necesidad de los distintos mercados: personal, relacional, profesional… Como ves, poco a poco, estoy dejando el césped. Conjugando cada día más el tiempo presente, no subjuntivo ni pasado. Un presente imperfecto. Un tempo feliz imperfecto.
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Una carta de Jordi Muñoz,
coach, recreador personal y musicoterapeuta,
fundador i co-director de El despertador
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Bibliografía relacionada:
- Artículo: Menos perfectos, más humanos, más sabios
- Artículo: Más allá del ego y sus espejos
- Artículo: ¿Y tú qué quieres ser de mayor?
- Artículo: 10 llaves para poner en marcha El despertador
- Artículo: Atravesar la pantalla
- El arte de pensar, José Carlos Ruiz
- El miedo a la libertad, Erich Fromm
- Elogio de la duda, Victoria Camps
- La amplitud potencial de la naturaleza humana, Abraham Maslow
- Borja Vilaseca, artículos y publicaciones
- Humanidades en acción, Marina Garcés
- Contra de La Vanguardia a Félix Torán
- La virgen de agosto, Jonás Trueba (película)
- Carta a la Felicidad. Cap 1: sobre la falacia de ser feliz y la dictadura de la felicidad
- Carta a la felicidad. Cap. 2: sobre la prisa para ser feliz
- Carta a la felicidad. Cap. 3: ¿puedo ser feliz con dudas?
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Què és per a tu la felicitat? (podcast)
Llancem aquesta pregunta al grup de Whatsapp de l’equip d’El despertador per descobrir les diferents definicions, mirades i apreciacions que tenim sobre aquesta paraula, concepte i terme. Trobem punts en comú i matisos que fan guanyar encara més cos a aquesta paraula. I perquè compartir també ens fa felices i feliços.
Participem per ordre d’aparició: Elisabet Alguacil, Anna Soriano, Cristina Torrens, Jordi Esqué, Jordi Muñoz, Maricel Ruiz i Joan Canals.
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Categories: Articles, Blog, castellano
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