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Cuando no saber es diferente que estar perdid@

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“Tal vez tuviéramos que prolongar el más breve de los paseos, con imperecedero espíritu de aventura”

Henry David Thoreau

¿Cuántas veces no has ido a caminar por el bosque por el placer simplemente de conectar con la naturaleza, respirar o hacer algo de ejercicio, y te has dejado llevar por el encanto de los senderos? Aquellos caminos inesperados que te sorprenden y te invitan a descubrirlos. Bifurcaciones que se suceden y que hacen que al cabo de un rato pierdas la noción exacta de dónde estás o de dónde te llevará.

Los colores vivos, el aire limpio, los olores que te despiertan los sentidos, el piar de los pájaros entre el silencio de la soledad de tus pasos y la sensación de (con) fundirte con tu ser naturaleza. Ese momento único de presencia absoluta, de estar allí respirando la esencia del vivir sin necesitar nada.

La fascinación y el disfrute del instante, quizás darán lugar a algún indicio de inquietud cuando, al anhelo intrépido de exploración le tome el relevo la necesidad de control y de saber dónde estás, cuánto tardarás… ¿Como hacemos, pero, para que esta sensación no impregne nuestro sentir dañando nuestro bienestar y entorpeciendo nuestro crecimiento?

Porque así nos pasa con los diferentes trayectos que hacemos por los ecosistemas de la vida: el camino pensado es muy diferente del andado. El plano analítico aséptico, mental, es sólo un punto de partida en el que cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. El plano vivencial del descubrimiento, físico y emocional, cuando lo recorremos presenta muchas posibilidades en todos los sentidos.

La vivencia nos lleva por paisajes imposibles de prever, porque desconocíamos sus variables, golosas y peligrosas al mismo tiempo. Tentadoras y atractivas, porque nos atraen con su luz y fragancia y nos abren el margen de oportunidad. Arriesgadas y confusas, según como, porque la sensación de no saber y no tener el control puede hacernos sentir, por momentos, que nos perdemos o despistamos con “cantos de sirena” que nos alejan de nuestro objetivo.

Precisamente, para disfrutar y no sufrir del camino, donde es probable que se esconda el sentido del vivir, te propongo que en lugar de esperar a encontrarte o no señales que te indiquen si vas bien, viajes con tu propio ‘hito’ para recordarte que es así.

Por tanto, se trata de un hito personal e intransferible, que puedes tener siempre a mano y a medida de tu momento y necesidades, actualizable y reproducible tanto como quieras. Cada una de sus piedras tiene su importancia, aunque pueda ser de diferentes dimensiones o pueda ir cambiando, porque te ayudará a sentir que no te pierdes mientras te dejas fluir.

“¿Por qué resulta a veces tan arduo decidir hacia dónde caminar? Creo que existe en la Naturaleza un sutil magnetismo y que, si cedemos inconscientemente a él, nos dirigirá correctamente. No da igual qué senda tomemos. Hay un camino adecuado, pero somos muy propensos a elegir el erróneo. Nos gustaría tomar ese buen camino, que nunca hemos emprendido en este mundo real y que es símbolo perfecto de que desearíamos recorrer en el mundo ideal e interior; y si a veces hallamos difícil elegir su dirección, es —con toda seguridad— porque aún no tiene existencia clara en nuestra mente.”

Henry David Thoreau

— DETONAR LAS FALSAS ALARMAS —

No nos alarmemos sin necesidad! No saber dónde nos lleva aquel camino no quiere decir que nos hayamos perdido. Podemos saber lo que queremos, que nos mueve y es importante para nosotr@s, sin saber exactamente dónde nos llevará X proyecto, trabajo o relación.


— DAR PERMISO CON GPS —

Permitirnos explorar y perdernos en el camino sabiendo que podemos volver atrás si no nos gusta o no encontramos lo que queremos. Sabiendo que podemos activar coordenadas que nos hagan enderezar con nuestro GPS personalizado. O podemos pedir ayuda a otr@s caminantes. Gracias a hacer la inmersión en el trayecto podemos obtener más información del destino y descubrir nuevas posibilidades de la mano de la creatividad. Un destino que puede ser mucho mejor que el pensado en un inicio gracias a aventurarnos a caminar.


— ACEPTAR LA CONTRADICCIÓN —

Saborear el camino es disfrutar de este ser que se mueve en la permanente dualidad de una naturaleza desconocida por descubrir (nuestra esencia) y una actualización y definición de ésta a partir de etiquetas, acciones, resultados, planes. Vibramos y resonamos en el camino porque en él conviven paradójicamente la sensación de incertidumbre y desorientación, con la curiosidad y los momentos de máxima plenitud y conexión.


— REFRESCAR EL PROPÓSITO —

Muchas veces confundimos los objetivos que nos marcamos con el propósito. En ocasiones andamos por trayectos aparentemente lejanos de las metas que tocarían y estamos más cerca que nunca de nuestro objetivo. Y en otras, al revés, vamos logrando todos los objetivos que nos hemos marcado y, en cambio, estamos a años luz de nosotr@s, del sentido. Encontrar la armonía es fundamental y para que esto ocurra, caminar de la mano de nuestro propósito, nos ayudará a ordenarnos y actualizar nuestros objetivos.


—  APRENDER DEL CAMINO — 

Somos naturaleza y estamos en constante movimiento y evolución. Si hacer camino es descubrir nuevos parajes, convendríamos que lo que nos mueve y alimenta nuestro ser inquieto y despierta los sentidos es aprender y realizarnos en la aventura. Por tanto, el propósito más importante seguramente sea disfrutar de la mejor manera posible del placer de recorrer este camino misterioso, la vida. Porque en el fondo vivir no es caminar?

En París, en el siglo XIX, de las personas que vagaban sin rumbo u objetivo fijo, abiertas a las vicisitudes e impresiones que acontecían en su paso como regalo, les llamaban ‘flâneurs’. En este concepto, el de deambular, vive  el espíritu intrépido de sentir la belleza de reencontrarnos en el sendero antes de desembocar en otra senda y volver a respirar. Porque en este oxígeno que entra, en el inhalar y exhalar aire puro, en este ecosistema abierto y amplio de nuestro paisaje interior, lejos de las restricciones e imposiciones, crecemos y nos ensanchamos en todos los territorios, desde la libertad de descubrir nuestro camino.

“Así deambulamos hacía Tierra Santa, hasta que un día el sol brille más que nunca, tal vez en nuestras mentes y en nuestros corazones, e ilumine la totalidad de nuestras vidas con una intensa luz que nos despierte, tan cálida, serena y dorada como la de una ribera en otoño.”

Escrito macerado en la conversación entre los paseos por los bosques de La Selva -la comarca donde vivo- y la lectura de Caminar, de Henry David Thoreau

Un artículo de Jordi Muñoz,
coach, recreador personal y musicoterapeuta,
codirector de El despertador y
del Institut Ecología Emocional España.

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Bibliografía relacionada:

– Henry David Thoreau, ‘Caminar’. Editorial Árdora exprés. 
– Rebecca Solnit, ‘Una guía sobre el Arte de perderse’. Ed. Capital Swing.
– Frédéric Gros. ‘Andar: Una filosofía’. Ed. Taurus.
– Julia Cameron, ‘El camino del artista’.  Ed. Aguilar

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