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El domingo 19 de diciembre tuvimos la suerte de disfrutar de una jornada muy especial que recordaremos durante mucho tiempo por todo lo que pasó y lo que significó. Aquellas experiencias que quedan por siempre en la memoria de cada célula de tu organismo y que se prolonga más allá del día en que lo vives, porque te alimenta en forma de recuerdo siempre que lo necesites.
Después de todo el esfuerzo organizativo, fue una satisfacción inmensa para todo el equipo no sólo recaudar 810€ que contribuirán a una iniciativa tan necesaria como la de la Marató de TV3 (este año, dedicada a la salud mental), sino también sentir la vibración i la complicidad de tantas personas disfrutando del calor del sol i de nuestra humanidad respirando aire puro, el de los bosques de Caldes de Malavella, parándonos para ser y compartir quién somos. En definitiva, sintiendo que nos hacíamos bien mientras regalábamos bienestar.
Pero nada mejor para hacerte partícipe y para que respires y te llegue un poco de este Kit de Autocuidado que compartirte el testimonio directo de las personas que participaron, cómo lo vivieron y qué significó para ellas esta experiencia. Así como algunas imágenes que deseamos que atraviesen la pantalla para acogerte.
Lo que nos mueve a participar
Quim y Rosa nos cuentan los motivos que les empujaron a participar. Una motivación que tiene que ver con el bienestar personal, con el hecho de compartir-lo con los/las demás y con la voluntad de contribuir a una causa muy importante.
Diu en Quim:
“Cuando vi la propuesta de El despertador y el Instituto de Ecología Emocional España, mi respuesta interna fue un sí rotundo, ya que aunaba muchos factores clave para mí: para empezar, el contacto con la naturaleza y los bosques, tan esenciales y sanadores. En segundo lugar, el hecho de poder sentir la energía de un grupo de personas con las cuales vibramos de manera parecida. Y finalmente, el hecho de poder hacer una contribución solidaria a una causa tan importante y que nos toca de cerca, en mayor o menor medida, a todas.”
Para Rosa:
“La propuesta tenía diferentes alicientes que despertaron en mí las ganas de participar. Uno de ellos fue que era una causa solidaria para contribuir a un tema tan importante como la salud mental. También lo fue el hecho que era una oportunidad para (re)encontrarme con personas con las que tan solo había tenido contacto virtual, y esta reunión me permitió la calidez de los abrazos y la experiencia de mirar directamente a los ojos. Y sobre todo la razón principal fue vivir y compartir esta experiencia con mi hija; tener un espacio con ella y también conmigo. Parar el ajetreo del ir para aquí y para allá del día a día, y recuperar la calma.”
La conexión conmigo
Todas las personas que participaron estaban citadas a las 10.30 h. había 3 localizaciones correspondientes a 3 bosques distintos, con un recorrido adaptado al perfil de cada uno de los 3 grupos (uno de ellos era específico para familias, por ejemplo).
Durante las dos primeras horas bajamos revoluciones conectando con el entorno, descargamos pesos y tensiones de nuestra mochila (literalmente, además) y nos nutrimos, a través de un paseo consciente, conectando con nuestras fuentes de energía (momentos mágicos o especiales que tenemos) y relacionándolas con elementos de la naturaleza.
Nos lo cuenta Quim a través de su vivencia:
“Durante la primera parte de la jornada nos acompañaron, de la manera cálida, respetuosa e inspiradora habitual, a conectar con estados internos y propósitos a través de la metáfora con elementos de la naturaleza que tenemos disponibles. Hubo un par de acciones relacionadas con la propuesta que me aportaron matices a aspectos en los que debo poner atención y reafirmaron mi camino.”
Romina, primero, y después Magda también nos comparten cómo vivieron esta parte del recorrido:
“Lo que más me sorprendió fue la actividad de juntar las hojas en el bosque, lo importante que fue para mí y lo hermoso que conecté con esta propuesta de tomar conciencia de mis vitaminas emocionales. Me sentí muy presente y conectada”. (Romina)
“Un paseo lleno de luz, amor y esperanza. Una experiencia que nos llenó de paz y agradecimiento”. (Magda)
Todo ello, como cuenta Berta, sintiendo la fuerza del compartir desde la resonancia en un espacio protegido de confianza:
“La facilidad que mostraron los/las participantes desde el primer tramo de la caminata para expresar sus emociones (sobre todo las negativas) hizo que a nivel personal me sintiera libre de decir lo que pensaba sin sentirme juzgada.”
El sentimiento de comunión con los/las demás y con el entorno
Finalmente, a las 13 h nos reunimos los 3 grupos para hacer un cierre muy especial. Nos lo explican Rosa y Quim:
“Me quedo con uno de los momentos finales donde unas sesenta personas, en su mayoría desconocidas entre ellas, o al menos para mi, cogidas de las manos en un gran círculo, cantamos hacia nosotros/s mismos/as en un majestuoso silencio, en una gran explanada cerca de un bosque de Caldes de Malavella, sintiendo la conexión personal y grupal que allí se respiraba. Es la foto que me llevo.” (Rosa)
“¡La segunda parte fue toda una sorpresa para mí! De manera fresca y juguetona gozamos a través de la danza, la voz y las risas y el contacto con el resto de participantes volviendo a casa con un poco más de energía, optimismo y amor hacia la vida.” (Quim)
Fuimos un total de 70 personas las que contribuimos, de una manera u otra, a que todo fuera posible. Sentimos, como el cuento de Ecología Emocional de Mercè Conangla y Jaume Soler que compartimos, que una rama es fácil de romper pero que con la suma de cada una de nuestras ramas las personas somos más fuertes cuando los vínculos que nos unen se juntan. Nos inspiramos, nos retroalimentamos y nos acompañamos para poder sostener todo lo que venga.
El regalo que nos llevamos
Nada mejor, para terminar, que saborear los testimonios de los frutos que se llevaron algunas de las personas que asistieron. Frutos que deseamos que inspiren a ser semillas de bienestar para las personas que lo vivieron y para ti que ahora lo estas leyendo y respirando un poco de nuestra naturaleza.
“He disfrutado individualmente (había espacio) y en grupo, han sido unas propuestas muy acertadas que me ayudan a tomar conciencia de cómo cuidarme, hacer grupo y cuidarmos, también la generosidad de la naturaleza, siempre disponible ofreciéndonos todo lo que posee. Ha sido una experiencia para repetir”, comenta Camila.
“Para mí supuso recordar que puedo parar y simplemente respirar. Recordar que cuando me escucho encuentro las respuestas. Y, sobre todo, recordar quién soy y los recursos que hay dentro de mí; y volverme a dejar ir. Volví a casa más vacía, más ligera, sintiéndome más capaz y con una gran sonrisa por los buenos ratos compartidos en compañía.” (Mariona)
“Hermosa jornada compartida. Lo que más destaco es la hermosa energía de la gente que participó. Me permitió darme un regalo de fin de año, darme un paseo de paz, amor, armonía. Y la oportunidad de aportar mi granito de arena para la Maratón TV3 dedicada a la salud mental.”
(Romina)“Destacaría la conexión con la naturaleza y el poder dedicarme un tiempo a uno mismo. Un momento de introspección. Parar el ritmo acelerado del día a día para dedicarme una mañana a mi mismo.” (David)
“Cómo la sencillez de las actividades en la naturaleza (no requieren gran cantidad de material, ni guiaje constante, etc.) te puede llevar aparar el ritmo frenético y a conectar con tu esencia. Liberar y transformar las emociones negativas. Parar de verdad. Ser consciente de lo que es para mi la esencia de la vida.” (Berta)
¡Muchas gracias a todas y a todos!
Una crónica de Jordi Muñoz,
coach, recreador personal y musicoterapeuta,
codirector de El despertador y
del Institut Ecologia Emocional Espanya.
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