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Hay momentos en los que tenemos la fantasía de ser invulnerables. Sentimos que nada nos puede pasar y que las cosas que hacemos no tienen consecuencias. Pero es evidente que lo somos. Vivimos en un mundo vulnerable, como estamos viendo y viviendo en nuestra propia piel. ¿Cuántos duelos estamos procesando y cuántos estamos acompañando cada día?
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En los cómics de superhéroes y superheroínas vemos que ellas y ellos también tienen su parte vulnerable. En el fondo esta vulnerabilidad que acaba siendo lo que nos engancha de su historia, lo que les define. Su valor añadido.
En otro artículo te hablamos del viaje del/la héroe/heroína. Hoy me gustaría que me acompañaras a viajar por la vulnerabilidad de nuestr@ héroe y heroína.
Empezamos
Este trayecto empieza contigo. ¿Cuántas veces te olvidas de tenerte en cuenta? Pendiente del afuera, de l@s demás, de los retos, de las exigencias, etc.
Una de las propuestas formativas que llevo tiempo haciendo se llama En clave de mi, donde trabajamos el autoconocimiento a través de la música y siempre empieza con una pregunta: ¿En qué música estás ahora mismo? Si lo relacionaras con una canción en concreto, ¿cuál sería o cómo sería esta canción? (Si no te sale el tema, fíjate simplemente en el tempo, la melodía, la intensidad, el género musical…).
Tomando esta temperatura musical activamos nuestro radar emocional que nos permite saber en qué estamos y qué necesitamos, para así poder recetarnos con más precisión. Por tanto, desde ahí, te invito a preguntarte: ¿Qué música te iría bien? Tómate un momento para respirarlo y sentir el tema en ti, qué te produce, cómo te hace sentir. Dónde has llegado.
¿Qué tal? ¿Nos permitimos normalmente este ejercicio tan sencillo? En ese constante exigirnos, vivir para afuera, produciendo, cumpliendo objetivos, atendiendo demandas. ¿Nos damos permiso para escuchar nuestra música, lo que nos pasa, quiénes somos o qué necesitamos? ¿Nos damos permiso para SER? Precisamente, de eso va la vulnerabilidad. Y ahí radica su poder.
El permiso para ser nos abre la puerta a la aceptación, a nosotr@s, y también a conectarnos desde la autenticidad con las otras personas, desplegando lo mejor de quienes somos, nuestra imperfección. Desde el permiso para ser perfectamente imperfect@s podemos ser mejores. Mejoramos porque salimos de los estancamientos y las prisas de la exigencia de la perfección. Volvemos a recuperar aire. Porque nos damos espacio a cosas tan comunes, habituales y humanas, que tan frecuentemente escondemos en nuestros armarios de apariencia, como son la vergüenza o el miedo. Cuando no les damos lugar, no los aceptamos, nos desconectamos. En este sentido, la culpa hace acto de presencia para negar, cerrar, huir, esconder y adormecer el dolor y la incomodidad de nuestra vulnerabilidad.
En el libro De la codependencia a la libertad, cara a cara con el miedo, Krishnananda profundiza sobre el tema del miedo. Dice que nos protegemos de 4 miedos: el miedo a la presión y a las expectativas, el miedo al rechazo y al abandono, el miedo a la falta de espacio, el miedo a la ignorancia o malinterpretación, o el miedo al abuso físico o energético.
La comunicación cuando se produce
desde esta vulnerabilidad
favorece romper corazas y armaduras
para conectar con la otra vulnerabilidad
Pero, sabiendo que el miedo nos avisa del límite y nos prepara para atender algo desconocido ¿qué nos bloquea realmente? ¿El miedo o el miedo al miedo? No podemos esperar a hacer las cosas sin miedo. Es imposible. La pregunta que nos ayuda a avanzar es: ¿Qué tenemos además de miedo? Entonces, además de abrazar el miedo con la misma sensibilidad y respeto con que abrazamos a un/a niñ@ asustad@ (nuestr@ niñ@ interior), podremos también conectar con la ilusión, con nuestros recursos y posibles alianzas que nos ayudarán a sostener y a avanzar.
Nuestro propósito en la vida, en el fondo, es conectarnos entre nosotr@s. Para conectar de verdad con nuestro poder es clave dejarnos ver: mostrar nuestra vulnerabilidad, eso escondido. Amar es un acto de vulnerabilidad, de entrega de quienes somos y de compartir nuestros miedos. Y empieza por nosotrxs mismxs. Mostrarnos como somos, amar con todo el corazón, aunque no haya garantías.
Aceptando mi vulnerabilidad tengo más facilidad para integrar lo diferente, en mí i en ti.
Así podemos aspirar algún día a una sociedad más tolerante, integradora y facilitadora
La comunicación cuando se produce desde esta vulnerabilidad favorece romper corazas y armaduras para conectar con la otra vulnerabilidad. Desde este otro lugar, la conexión y comprensión es más profunda, desde la autenticidad, desde la esencia. Dejo de lado quien creo que debo ser para simplemente ser. Me entrego, me rindo. Ya no busco ni me obligo encajar con el entorno, y me permito ser desde la autenticidad para formar parte del mundo siendo fiel a mi verdad.
Esta compasión conmigo mism@ me permite poder ser compasivo/a también con otras personas. Aceptando mi vulnerabilidad tengo más facilidad para integrar lo diferente, en mí i en ti. Así, seguramente, podemos aspirar algún día a una sociedad más tolerante, integradora y facilitadora.
Seguramente, si miramos atrás, los mejores momentos de nuestra vida, los más significativos y poderosos, son aquellos en los que hemos estado conectadxs ahí. Si viajas por un momento a algún momento especial -el primero que te venga- y escuchas el sonido de ese recuerdo, de ese momento, encontrarás muy probablemente: aceptación, armonía conmigo y lo demás, no juicio, presencia, silencio interior, confianza, compasión, entrega…
Podemos ser valientes porque somos vulnerables
¿Cómo podríamos serlo sin exponernos?
El coraje mide el valor de nuestra vulnerabilidad
Para todo ello, necesitamos romper la creencia que mostrarnos vulnerables o frágiles es ser débiles. Una herencia cultural que, con el patriarcado, ha condenado a los hombres a la negación de la vulnerabilidad. Romper con la creencia de que pedir ayuda o compartir que algo nos duele es mostrar debilidad cuando, precisamente, cuando pedimos ayuda es cuando damos el espacio, no sólo para ser, sino también para fortalecer relaciones: mostramos confianza y además damos pistas sobre nuestras necesidades para que nos puedan ayudar de la mejor manera. Creciendo el efecto espejo aumenta la vibración, la sororidad. Salimos del armario de las creencias limitantes que nos confinan a ser sucedáneos de nosotr@s, para abrir puertas al compartir y salir de la soledad. Abriendo el camino hacia mí y hacia el/lo otro.
Brené Brown (El poder de ser vulnerable) que ha explorado ampliamente el tema de la vulnerabilidad, une la valentía y la vulnerabilidad como partes de una misma cuerda, no son polos opuestos. Podemos ser valientes porque somos vulnerables. ¿Cómo podríamos serlo sin exponernos? El coraje mide el valor de nuestra vulnerabilidad. Exponerme significa abrirme, confiar, atreverme a ser, salir del control y de lo predecible. Me abre, en consecuencia, las puertas de la creatividad. Sin vulnerabilidad, sin aceptar el fracaso difícilmente asumiré riesgos e iré más allá. No puedo innovar y encontrar nuevas respuestas si antes no me permito sostener la duda del no saber.
¿Entrenamos?
Antes de continuar, para que este viaje por la vulnerabilidad vaya tomando un cauce más tuyo, más personal, y realmente podamos ver su poder y utilidad te propongo una pequeña práctica. Para realmente permitirte conectar con tu vulnerabilidad será imprescindible darte un espacio y permiso para respirar con mimo y avanzar por las siguientes preguntas desde una forma práctica. Te aseguro que si lo haces tendrás premio, porque cada una de estas preguntas te abre a la vida desde tu abundancia ?
- ¿Qué sería algo valioso para ti, que te gustaría conseguir, y que te da miedo? O, dicho de otra forma, ¿a qué te quieres atrever pese al miedo?
- ¿A quién te gustaría pedirle ayuda para conseguir este reto?
- ¿A quién te apetece decirle que lo/la amas y quizás hace tiempo que no se lo dices?
- ¿A quién quieres darle las gracias y agradecerle algo en concreto que todavía no has hecho?
Conversaciones poderosas
Estamos de pleno en el territorio fértil de la vulnerabilidad y en toda la riqueza que sembramos cuando nos mostramos desde allí. Es un regalo que nos hacemos a nosotr@s, aunque aparentemente creamos que se lo hagamos a la otra persona, que también por supuesto.
Ahora te invito a dar un paso más. A generar conversaciones significativas (poderosas) desde el corazón, auténticas. Son espacios de conexión con el/la otr@ que sirven para ir más allá, para ganar fluidez, profundidad o para desenquistar o limpiar aspectos pendientes. Se hacen con abundancia, desde la vulnerabilidad del mostrarnos honest@s frente a otro, de querer darnos lo mejor. Genera vínculo afectivo y efectivo.
En la 4ª acepción del diccionario de la Real Academia Española habla de VADO en clave de tregua o espacio. Pues bien, quiero ahora precisamente invitarte a regalarte un VADO, un espacio de tregua contigo, con la vida, en tu relacionarte.
Cada sigla de la palabra coincide con los 4 pasos de una conversación que, aunque no estés acostumbrad@ a tenerla, te aseguro que si practicas te llevará a lugares preciosos con tu entorno, a sanar muchas cosas.
- Valoración: ¿Qué valoro de ti?
- Agradecimiento: ¿Qué quiero agradecerte?
- Demanda: ¿Qué quiero pedirte?
- Ofrecimiento: ¿Qué quiero ofrecerte?
Llevo muchos años trabajando, desde El despertador, con personas y organizaciones, y tanto en las relaciones personales como profesionales han tenido mucha utilidad y muy buenos resultados. Porque si nos fijamos, ¿desde dónde nos acostumbramos a relacionar? ¿Desde qué punto de los 4? Desde la demanda casi siempre. No pasamos por los puntos 1 y 2. No creamos un contexto de reconocimiento, de valor. Entonces siempre nos sentimos en el reclamo y la exigencia. Porque es el canal en el cual nos relacionamos con nosotr@s mism@s. Y desde ahí difícilmente hay una conexión y comprensión más profundas.
Por tanto, la estructura del VADO nos puede ser útil en otros canales, no sólo en espacios sosegados de conversación, también en nuestros correos, WhatsApp o conversaciones efímeras de pasillo, podemos atender algo que tenga que ver con el reconocimiento antes de entrar en la demanda. O de hacernos responsables también del fluir relacional y no quedarnos sólo en el pedir y poner la mirada en el ofrecer.
Creamos contexto con el mismo orden. Pero es que, además, el orden y el espacio de reconocimiento nos permite también sentirnos con más capacidad de poder pedir desde nuestra verdad, hemos aflojado, ya no hay rigidez y podemos vernos de verdad y entrar en lo significativo.
Por eso, una condición muy importante para que funcione, es concretar y ser específicos para que tenga más impacto y utilidad. Entretenernos en cada punto poniendo ejemplos de situaciones que ayuden a reforzar el mensaje para que nosotr@s y la otra persona seamos conscientes del impacto de lo significativo.
Además, otro aspecto importante, es que puede ser de ida y vuelta. Con quien tengas la conversación te puede también hacer retorno en cada una de las fases. Así realmente hay conversación.
Desde nuestra versión imperfecta nos abrimos al aprendizaje,
conectando con nuestra autenticidad,
para vivir y sentir quienes somos y entregarnos a la vida
Vamos pues a practicar, para que no se quede sólo en una idea o propuesta:
- De momento la invitación es que tengas un momento de VADO contigo mism@. Regálatelo con calma.
- Y ya cuando lo hayas hecho, pregúntate: ¿Con quién tienes ganas de tener una conversación poderosa, de tener un VADO? Elige persona y date también este regalo.
Dos carriles
Estamos llegando al final. Espero que hayas podido disfrutar de este periplo. Que hayas podido disfrutar de las posibilidades de nuestro ser vulnerable.
Si te fijas en todo momento, en función de si nos damos espacio a la vulnerabilidad, o no, se nos abren -o no- puertas. Por tanto, resumiendo un poco, podríamos hablar de dos carriles:
- El de la aceptación, el permiso y la entrega. Desde nuestra versión imperfecta nos abrimos al aprendizaje, conectando con nuestra autenticidad, para vivir y sentir quienes somos y entregarnos a la vida. Es el carril de nuestra verdad, sin juicio, el del liderazgo, donde aceptamos nuestros errores para encontrar soluciones y agradecemos lo que sea que vivimos, porque nos nutrimos incluso del dolor.
- El de la negación, la resistencia y la pelea. La no aceptación de quienes somos, nos exige ser lo que debemos ser (nuestra lista de deberes). A encajar desde esta perfección que nos arrastra al sufrimiento mental, a la rigidez, a la enajenación de la apariencia y la ficción, a la reacción, a la culpa.
¿En qué carril te sientes para afrontar este momento? Te invito a preguntarte constantemente para poder irte recolocando desde un liderazgo emocional que te permita, incluso, ir transformando la rabia, el miedo y/o la inquietud en aceptación (con el perdón) y finalmente algún tipo de aprendizaje o ganancia (en forma de agradecimiento).
Decía Budha que “el dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional”. El dolor es inevitable porque cualquier cambio es un duelo emocional. Pero el sufrimiento es mental, es el añadido innecesario que nos ponemos por la creencia que no podremos sostener el dolor huimos, nos escondemos, nos apegamos. Una carga y un lastre que cuando soltamos y conectamos realmente con nuestro dolor, con nuestra vulnerabilidad, podemos transformarnos.
El cambio es inevitable, la transformación opcional. Si queremos liderar nuestra transformación, sí o sí será atendiendo nuestra vulnerabilidad.
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Un artículo de Jordi Muñoz,
coach, recreador personal y musicoterapeuta,
fundador y co-director de El despertador
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Categories: Articles, Blog, castellano, Gestió emocional
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